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-Siento un poco de pena por la selección mexicana, porque tiene que cargar con el altísimo ego de 100 millones de personas y la obligación que le imponen sus medios de "hacer historia".... Aficionado Venezolano (www.fifa.com)-
Es oficial, el Niño Dios en su versión del Niño de los milagros es ahora un jugador más de la “Verde”, sui generis, kitsch. Los mexicanos le apostamos a todo y una vez más le rezamos al pequeño Jesús, para que nos ayude cual estudiantes antes de un examen y es que, mundial tras mundial, el pueblo viste al nazareno rogando por el milagro, ese milagrito de ver a “Rafita” Márquez levantar la copa, que para muchos es más importante que ver a sus hijos obtener el certificado de preparatoria u obtener un empleo.
Tengo que ser sincero con ustedes, “Little Jesus” nos ha fallado a todos… bueno… a todos no, existe un grupo de mexicanos que han visto la mano milagrosa del señor descender sobre sus cabezas y llenarle los bolsillos con el excelente negocio que es la selección. Por ejemplo “la Federación Mexicana” que ha visto crecer sus arcas al enfrentar al “Tri” a equipos sin nivel en los Estados Unidos, haciendo de la nostalgia de los paisanos un negocio de millones de dólares.
Las televisoras son el gran ganador de la competencia mundialista, el hecho de que México participe en una de estas justas representa cuantiosas cantidades de dinero en patrocinadores. Lo mismo sucede al contrario, si el Tri no participa, las pérdidas de lo proyectado son mayúsculas, lo que causa el despido del seleccionador, quien en la banca es el único culpable de la ineptitud de los jugadores.
El último ganador es el Gobierno. La apuesta oficial es por el éxito de la selección mientras Ciudad Juárez se convierte cada vez más en una ciudad fallida, Tamaulipas se rompe entre bandas del crimen organizado, Nuevo León es invadido por sicarios y narcos que se refugian de los enfrentamientos en Reynosa. En general el país se desvanece entre nuestras manos y Calderón espera que la atención se desvíe de la realidad y ser él el general del equipo de la “unificación”.
En esta ocasión México enfrenta al anfitrión Sudáfrica en el partido inaugural, lo que no será nada sencillo si recordamos que ningún local ha quedado fuera en la primera ronda, que el ánimo, las ganas y la motivación que pondrán los “bafana-bafana” ante su público es un arma a su favor, además tendríamos que sumar que seguramente la FIFA apostará por los de Johannesburgo, debido a su esfuerzo por realizar la justa. De Francia se dice que no tiene un buen nivel en este momento y de Uruguay que se le gana porque se le gana. Tanto exceso de confianza podría llevar a la gente a una nueva desilusión, dentro de una coyuntura actual tan difícil como la vive México hoy en día con la ingobernabilidad, el narco, la crisis y la pobreza extrema.
Hombre por hombre “les bleus” y la “celeste”, tienen jugadores más conocidos en el ámbito mundial, todos titulares en equipos europeos. Simplemente, la delantera charrúa tiene en sus filas al campeón de goleo de la Liga holandesa, Luis Suárez, y al artillero campeón de la copa UEFA, Diego Forlán. Francia se dio el lujo de dejar fuera al delantero Benzema miembro del prestigiado Real Madrid, mientras que el delantero azteca Carlos Vela jugó solo dos partidos de la Liga premier.
Algo es seguro, México enfrenta un mundial duro y cerrado con demasiadas expectativas creadas por las televisoras, los patrocinadores y el gobierno federal, a quienes no les importa lo futbolístico sino lo económico, razón por la cual un partido de octavos de final debería ser suficiente recompensa para los aficionados, ya que mientras la liga, la formación de jugadores y los directivos no cambien su forma de trabajar, intenten cambiar CONCACAF por CONMEBOL y se mantengan en una mediocridad constante se ve lejana la posibilidad de que mí cuau levante tan prestigiado trofeo.
En lo personal espero que la selección luche y gane pero, sobretodo, que la afición no se empape de la mediocridad de la derrota y no se fanatice con el triunfo, sino que disfrute, eche porras y siga adelante, ya que nuestra realidad exige más que un partido de fútbol. Que éste no sea un factor de distracción total, sino de entretenimiento, y que la afición por fin se dé cuenta, como dice el refrán popular, que Dios no cumple caprichos ni endereza jorobados. Más que rezarle al niño de los milagros por el éxito de la selección, deberíamos antes mejorar nuestro tan deficiente sistema deportivo y no olvidar, cualquiera que sea el resultado del mundial, que nuestro país pasa por uno de sus peores momentos sociales, políticos y económicos.
LALO ORTIZ