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"La selección no hace goles, pero eso sí, hace unos sandwiches chingones"
...aficionado mexicano en internet
El marcador en Johannesburgo indicaba un 3-1 final. Messi y compañía celebraban la victoria, mientras Márquez y los suyos (o los nuestros) se retiraban del recién remodelado Soccer City. Esa noche la selección mexicana había sido derrotada por tres dianas con historia propia; la primera un error arbitral, la segunda un error de la defensa mexicana y la tercera un golazo del Apache Tévez que dejó enmudecido a todo México. La reacción azteca fue tardía e insuficiente.
Sin embargo, la historia de la selección mexicana estaba escrita días antes de su derrota el pasado 27 de Junio, pero siendo el fútbol un deporte benévolo donde se puede ganar, empatar o perder, el equipo mexicano aún mantenía posibilidades de avanzar al tan añorado quinto partido.
El mundial de Sudáfrica 2010 fue un episodio más de una historia que parece ser siempre la misma y que la gente ha sabido señalar con la frase, “jugamos como nunca, pero perdimos como siempre”. Otros más aventurados dicen que la “verde” jugó mejor que todos y que nadie desarrollaba nuestro estilo de juego.
Dejando a un lado pasiones y nacionalismos, México no jugó un buen mundial y los resultados respaldan la aseveración. ¿Por qué? El equipo azteca ganó un juego, empató otro y perdió dos; recibió 5 goles y anotó 4, una carencia de goles absoluta si analizamos que, en el mismo número de partidos, Argentina marcó 10, Alemania 9 y Holanda 7. No importa que tan bien o bonito lo hicieron en la cancha, en el fútbol, a diferencia del nado sincronizado, el ganador es quien logra anotar goles, avanzar a rondas posteriores y finalmente alzar la copa.
Como lo mencioné antes, la derrota del pasado 27 de junio ya estaba anunciada por la doble moral de los directivos del fútbol mexicano, que han poblado la liga de delanteros extranjeros, la mayoría de segundo o tercer nivel; argentinos, uruguayos, brasileños que no alcanzan a llegar a Europa y son atraídos por los inmensos salarios que ofrece nuestra liga, quitando del camino a los jóvenes que podrían sobresalir. Esta conducta es idéntica a la del aficionado mexicano que les cierra los lugares a los atacantes foráneos nacionalizados, por el simple hecho de no haber nacido aquí, sin importar que ellos legalmente ya sean tan mexicanos como nosotros.
Los grandes empresarios del balompié nacional nos han estado vendiendo una liga que lejos de ser competitiva, es deprimente y que, además, exporta a competiciones extranjeras a una ínfima parte de sus jugadores. Las televisoras nos han vendido un torneo nacional mediocre como si se tratara de una Champions League y a una selección que busca adversarios sólo para alzar ratings.
Después del espejismo que fue la victoria contra una Francia dividida por sus egos, salarios y arrogancias, aficionados mexicanos quemaban en pleno Ángel de la Independencia una imagen de José Ramón Fernández, uno de los pocos críticos objetivos con los que cuenta la prensa en el país. La razón de la quema pública: hacer críticas constructivas al equipo de todos. Al contrario de Joserra, los medios que monopolizan el fútbol en nuestra tierra transmitieron con gran alarido que ahora sí teníamos al mejor equipo de nuestra historia y al mejor técnico posible. Minutos después de la derrota contra la albiceleste, esos mismos medios generaron culpables como Guille, Bofo y Aguirre. Despotricaron contra ellos y llamaron a reflexionar sobre los destinos de nuestro fútbol, resaltaron la “mediocridad” y la falta de carácter de muchos seleccionados y los miedos y carencias del entrenador. Una vez más, la doble moral de las televisoras.
En mi opinión, queda claro, como diría el Lic. Juan Mario Solís en las redes sociales, que “México llegó a su techo futbolístico”. No da más, no da menos. Aunque algunas personas señalan la mediocridad como factor clave en la derrota de los verdes, la mayoría apunta como siempre con al DT Javier Aguirre, pero para mí el resultado es el mismo: eliminados como en 1994, 1998, 2002 y 2006 en los octavos de final.
La selección no pasó del México del sí se puede, al del ya se pudo, sino, como diría meses antes el mismo Aguirre, al México del estamos jodidos. Por lo menos futbolísticamente. Me queda claro que la población mexicana tiene mucho que dar y, que vivimos en el México del “no nos dejan”; que no existe una maldición de octavos de final, sino una maldita liga “chafa”, una maldita federación “corrupta”, unas malditas televisoras que prefieren “hacer sándwich” que ser objetivos y un maldito gobierno que le apostó a robarse el triunfo y los goles de un gran talento mexicano como lo es Chicharito, antes que realizar su trabajo.
El reto está claro para los seleccionados: presionar para que mejore la organización del balompié en nuestro país, porque mundial tras mundial las esperanzas se van en un Luis García, un Luis Hernández, un Cuauhtémoc Blanco, un Kikín Fonseca y, ahora, un Chicharito. Por lo demás, disfrutemos un mundial que ha sido emocionante y satisfactorio, esperando, en lo personal, que lo gané un país latinoamericano.
-LALO ORTIZ
lee el blog cada viernes. un lugar para la política,economía,gobierno,deporte,cultura
bien por este capitulo, estoy de acuerdo en que joserra es el único objetivo entre los "analistas" y se junto a un grupo de verdaderos conocedores como son Rafa Puente, David Faitelson y el resto de los presentadores de "Los Capitanes".
ResponderEliminarNo creo que la solución sea mejorar porque nunca sucedera, si queremos una selección buena hay que exportar chavos, y organizar una FMF sin tanto gangster como Necio de Maria y Justino Compean que solo pervierten el futbol, necesitamos un entrenador que no tenga asociación con las mafias mexicanas y que no ponga a jugar a los que le pueden conseguir trabajo en el extranjero (Guille Franco).
Desgraciadamente vivimos en bendito MÉXICO la tierra de las mafias y de los amigos.
Siguele así mi diavolo